No existe hueco, ni agujero, ni abertura que sea intrascendente. En la arquitectura y la construcción, los recursos naturales, aire y luminosidad entran por las puertas, las ventanas, los vanos u orificios varios que permiten el tránsito y el cambio de una situación espacial a otra. Al encontrarnos frente a ellos surge el deseo real de mirar, no para franquear la entrada sino con la curiosidad interesada de lo que tal o cual hueco guarda al otro lado. Pero... y cuando la realidad es el vacío, nada que guardar, nada que proteger quedan en interiores sin catálogo, aberturas o entradas asociadas al paso del tiempo que dejaron de ser útiles para ser viejas e inservibles aunque sigan enraizadas en la tierra. Memorias y recuerdos de moradores que en estos sitios con sus manos y trabajo levantaron como recurso seguro el hogar, el refugio, el servicio...