martes, 29 de mayo de 2018

POR LA CALLE DE LOS LAGARES EN ANGUIX

A LA ERMITA SAN JUAN EVANGELISTA DE ANGUIX. BURGOS



En este Mayo de precipitaciones altas, me anima a salir el día soleado y agradable en ruta hacia la parte sur de la provincia de Burgos. Los pueblos, cuanto más pequeños más me atraen. Ellos y yo nunca nos miramos con recelo porque nos damos recíprocamente lecciones imparciales sobre la tierra, el clima y el paisaje, raíces y tradiciones, labores y costumbres, construcciones... Los vecinos, fundamentales para conocer cómo se ganan la vida, cuidan su entorno y herencia, se divierten, promocionan su territorio y reciben a los forasteros. Voy a la Ribera del Duero.

En el pequeño pueblo burgalés de Anguix aprecio que la buena gente existe. Gente que acoge y enseña, gente a la que observo, de la que aprendo y tomo referencias que se elevan sobre las cosas cotidianas.
Una primera parada frente a la vieja cruz de piedra que se encuentra en la plaza del pueblo me orienta para encontrar la Calle de los Lagares que conduce a la ermita de San Juan, que en esta ocasión, es el objetivo. 

La ermita se sitúa sobre un cerro donde también se amontonan las bodegas de los vecinos excavadas bajo él y que son patrimonio de primer orden. Anguix vive del cultivo del cereal y de la vid, principalmente y el lugar, de nombre Torrejón es uno de los enclaves más típicos. Sobre la ermita, la primera impresión gusta: ¡Qué bien conservada está su fábrica!. Mi suerte y la curiosidad propician que me acerque a unas personas que entran y salen del recinto. Hechas las presentaciones y con actitud cordial (aunque están a punto de cerrar) me permiten la entrada y me ponen en antecedentes de su historia más reciente. En tiempos, la ermita había sufrido daños importantes en su estructura y cimentación. El emprendimiento y la financiación por parte de los vecinos fue decisiva en su rehabilitación a finales del pasado siglo XX como refleja una placa colocada en la fachada. 

En Anguix perdura una devoción muy arraigada a este lugar que alberga lo que en el pueblo se conoce como "Trío de Santos" por San Isidro, la Virgen del Carmen y San Juan, titular de la ermita.  
Desde el exterior, la vista encuentra bello y agradable el paisaje, el pueblo, las viñas, las bodegas, los campos, los caminos... y la amabilidad de tres vecinos que me despiden previa invitación a su fiesta ermitaña y patronal del 24 de junio.

Un último guiño a la espadaña, y en descenso por la ladera, recapitulo sobre las noticias recibidas porque las considero excepcionales a la par que me llevo las pruebas de que se puede confiar en la gente mucho más de lo que imaginaba. 













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