El mar deposita sobre las playas arena, limo de restos vegetales y algunas muestras de vida (conchas o caparazones vacíos). El viento, los animales, algunos medios mecánicos... y nuestros pies, dejan sobre ella otras huellas que resisten bien poco. Paseo de buena mañana por una playa del este peninsular. Ninguna presencia en movimiento a la vista cuando reparo sobre diferentes rastros que vienen y van por su cuenta sobre la arena. Son figuras puras y limpias que bullen sobre la superficie y dejo que mis pies lleven la batuta con la intención concreta de cazar su imagen. He de hacerlo rápido, cuando aún están ahí en cuerpo y forma porque no durarán mucho tiempo. Por este asalto de aventura trazo una excursión por la orilla del mar adivinando que inquilinos o duendes afincados han pisado uno tras otro aquella linea antes que yo. Y así, me encuentro formando planos y captando imágenes en serie, de puro diseño bajo los rayos de un sol madrugador y las prisas por evitar a los bañistas a punto de llegar. Puede que sean las lineas de siempre, las pisadas esperadas, las marcas reconocidas... pero en mi percepción y en aquel momento, me parecen novedad, oportunidad, admiración mutua, presente... que en minutos, ya no será posible distinguir. Apresuro la marcha, nos espiamos, hago mis fotos bajo una brisa que sabe, dirige, acompaña, revitaliza.
sábado, 26 de octubre de 2019
EFECTOS SOBRE LA ARENA
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