HOY, 7 DE NOVIEMBRE SE CUMPLE EL ANIVERSARIO DESDE QUE FUERA DECLARADA EN 1930, MONUMENTO NACIONAL
En la comarca de los Valles Pasiegos (Cantabria), la comprendida geográficamente entre los valles del río Pas y sus afluentes tuvo una gran importancia la repoblación llevada a cabo por la fundación en la zona de los monasterios. Uno de los más importantes, la hoy, Colegiata de Santa Cruz de Castañeda. Por este municipio por donde pasa el río Pisueña se articularon en pequeños grupos y en torno a los caminos tradicionales y al monasterio los primeros pobladores seculares que garantizaban la capacidad demográfica y económica a la abadía que se estima pudo ser levantada hacia el siglo IX.
El edificio románico debió levantarse con el beneplácito real en tiempos de Alfonso VI y a expensas, muy probablemente, de quien fuera conde de Castañeda en la segunda mitad del siglo XI, Munio González de Lara. En origen era de planta de cruz latina, con tres ábsides, una robusta linterna y la torre de dos cuerpos adosada al muro de una de las naves del crucero. En el siglo XIII se le añade la nave lateral, y ya en el XVII una capilla perpendicular a ella. Más tarde y en el siglo XVIII se destruye la nave derecha del crucero y su ábside, para ser sustituida por una capilla neoclásica y la sacristía. (Datos recogidos del panel informativo a pie de monumento)
Por información adicional y del recorrido por el exterior, descubro que el lugar de la colegiata es Socobio, perteneciente al municipio de Castañeda.
Por su valor artístico e histórico fue declarada Monumento Nacional el 7 de noviembre de 1930 y dedicada a Santa María de Tiermes. Del primitivo monasterio solo se conserva la iglesia y su aspecto se ha ido alterando por añadidos y reformas. La torre de dos cuerpos, destaca por su altura; el cimborrio, por su volumen y estilos varios, incluido el mozárabe; los capiteles apenas conservan sus decoraciones; la bella portada principal, esta jalonada de flores y plantas que sugieren una espera para ser recolocadas y la lluvia, la deseada lluvia dando al conjunto un brillo típico y benefactor. Escudriñado el monumento, la vista se presta, se recrea y se relaja en un radio más amplio, el que ofrecen los verdes de la tierra y la actividad más cercana. Leo que el hábitat humano de estos valles es especial y único; que les llamarían pasiegos y que su economía estaba basada en la ganadería trashumante; que en primavera y verano vivían en los valles en cabañas y cuando se había hecho la recolección de alimento para el ganado, bajaban a las aldeas para pasar el invierno.
Gratuita belleza la de estos planos, no por las fotografías en sí mismas, sino por las geometrías, la tierra, la historia y el conocimiento que me quise llevar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario