Hubo un tiempo en que por estas laderas y otras próximas del municipio de Villaviudas, y en una superficie de unos 500.000 metros cuadrados, campaban los viñedos. Hoy se despide noviembre con San Andrés como festividad, y resulta muy ilustrativo darse una vuelta por el refranero y los dichos populares que relacionan ambas efemérides y las vinculan al calendario agrícola; es el caso del fruto de la vid. Aprovechando una imprevista escapada hace dos días por lo que fuera poblado de Dehesa de Tablada de la localidad, valgan unas fotografías de móvil como testimonio del lagar y bodega del siglo XII que allí se encuentran y que me vienen al pelo para dar una vuelta por la historia y la retranca popular de este 30 de noviembre que da paso al último mes del año. Por las cosas del sentir, casi que un homenaje por haber llegado a otro Noviembre, mes en el que fui a nacer, con el que me comunico, me implico y me produce dicha.
Villaviudas hace unidad con el caserío de la Dehesa de Tablada en 1930 sumando una extensa cuantía de obradas de terreno entre monte, laderas de pasto, dehesa y labrantío. El conjunto de lagar y bodega de la Dehesa es hoy visitable y lugar ideal de celebraciones de los villaviudenses. En diseño es muy semejante a los construidos en toda la comarca del Cerrato en explotaciones vitivinícolas grandes que no se limitaban a producir para el autoconsumo. En dimensiones rondaba los cinco mil cántaros (80.000 litros) de capacidad en cubas de 200 a 400 cántaros. Construida en superficie y a semejanza del lacus romano (depósito impermeable donde fermentaba el mosto), la pila de este lagar es doble, construida en piedra de sillería y con capacidad para 50 metros cúbicos que permitía descargar hasta 45 carros de uva. Por novedosa y avanzada técnicamente, la diferencia respecto a otras consistía en que la pila del lagar y la del mosto estaban comunicadas con la bodega; a través de una tubería cerámica y a fin de ahorrar el transporte del mosto en pellejos a hombros de los tiradores. Componentes apreciables a la vista: la viga, la piedra, el husillo, el cargadero, el lagar, las paneras guías, las trincheras y la pila de mosto bien indicado en un gran cartel a la entrada.
En el medio rural tradicional, sin agricultura y ganadería no había nada. Toda la actividad de otoño/invierno giraba en función de los ciclos productivos y de la luz solar que hacía comprimir las jornadas. El trabajo reposado, la defensa contra el frío, el granero lleno, la matanza, la bodega acogedora... eran prioridades tradicionales que el refranero confirma así:
Quien cava en noviembre el tiempo pierde.
A la viña floja, en noviembre la poda.
A San Andrés, no ararle los pies.
Por San Andrés, corderitos tres.
Por San Andrés, mata tu res, gorda o flaca o como esté.
Noviembre, todo guardado, o en casa o enterrado.
Por San Andrés, vino es.
En llegando San Andrés, el vino nuevo añejo es.
San Andrés entra y sale mes
San Andrés, agua o nieve ha de traer
Por San Andrés, lo que había de sembrarse, sembrado esté
Por San Andrés, sementera es.
Antes de noviembre, tu viña sin fruto quede, porque racimo de noviembre, ni el gocho lo quiere.
Por San Andrés, toda mosca muerta es.
Noviembre es de estío la puerta del frío.
Bienaventurado es quien por San Andrés en casa esté. Y un largo etcétera.