Me declaro entusiasta de la etnografía, la también llamada "ciencia del pueblo". En su aspecto útil, artesano, singular y estético que nos identifican con otros tiempos y otras memorias reconocibles en cualquier época, por su pasado tradicional.
Una exposición de pintura contemporánea sobre soporte del muy humilde botijo está en escena en una sala que frecuento. Lleva por título -EN LA PIEL DEL AGUA- Una colección que Ismael Peña pasea por el mundo. Al músico, compositor e intérprete de Torreadrada (Segovia), juglar de Castilla, le dicen,(http://lafonoteca.net/grupos/ismael/) le dió por coleccionar. Primero canciones y después instrumentos musicales, trajes, bordados, herramientas de trabajo, juguetes... y cerámicas. Todos, objetos del arte popular "que no arrastren su desamparo por los desvanes de la dejadez, que no se avergüencen de su honrada humildad, que escribiera Francisco Prada. Y de repente llegó la estación de los botijos. Y convocó a amigos pintores para enlucir el barro a manos llenas, cada uno a su gusto y albur". Y visto el resultado, la calidad de las firmas y la originalidad de los trabajos, la idea convence, alegra y se disfruta pieza a pieza, detalle a detalle.
Dice Ismael: "El botijo es humilde, sencillo... siempre al pie de su amo... popular, no ha subido a palacios ni a salones. Se ha quedado en las garitas de los alcázares, acurrucado, esquinado en las plazas de los mayorazgos o sesteando en las consejerías de los ministerios. Tuvo su esplendor cuando la necesidad se hacía imprescindible. Era el rey de los alfares, en las fuentes alcahuete, altanero en los balcones, lozano en esquinas y quicios... centro de corrillos vecindones en los días de verano, transmisor de secretos y besos...". "En esta exposición, 40 botijos decorados y llenos del caudal de la amistad, un grupo bien amado, estético y orgulloso". Nada más que añadir.