La ausencia de personas de un lugar que habitaron deja una soledad interna a ratos amarga, a ratos positiva si en vez de dejarse llevar por la nostalgia el ánimo se dispone para disfrutar a solas del paisaje y de sus elementos como parte de las raíces que no se rompieron del todo. Con cada verano el regreso al pueblo de varias familias conocidas era una fiesta; se acondicionaban entradas, casas y patios y parecía florecer la alegría y la familiaridad con el entorno. El pasado regresaba a un presente para repetirse una y otra vez que era aceptado y valorado y que lo sería siempre. El tiempo libre era para el paseo por los campos y las cuencas del río Cueza o de la Cueza que es femenino y algo raro entre los ríos de España. De la Cueza da nombre a varios topónimos de la zona y en estos primeros días de invierno regresé por aquel lugar.
Nos detenemos en Quintanilla de la Cueza, en Tierra de Campos de la que se dice es la llanura comprendida entre el río Cea y el Pisuerga, afluentes del Duero por la margen derecha que cruzan la llanura en cursos frecuentemente encajonados; que toda la comarca tiene un paisaje desarbolado y colonizado por los cultivos de cereal y que las variaciones estacionales, las precipitaciones o la evaporación son variables en cuanto a la afectación a caudales, vegetación, sotos, riberas, fuentes y manantiales. El río Cueza o de la Cueza aunque nace en León, discurre la mayor parte de sus 52 kilómetros por la provincia de Palencia. De poca pendiente sólo lleva abundante caudal en época de lluvias pero a medida que se va secando deja sobre el terreno pozos que se mantienen todo el año y otras zonas húmedas que dan identidad al paisaje.
Fotografías de Quintanilla de la Cueza y alrededores del curso del río.