Cuando en el paisaje quedan restos desconectados de lo útil, sin afiliación ni coherencia la imaginación da para poco. Supongo que sucedió a lo largo de los años y que afectó a otras generaciones. Es lo viejo. Lo de antaño. Lo que se abandona. Lo devaluado. Lo que queda fuera de servicio. Lo no rentable. Lo que no resiste un apaño ni merece un plan de rescate. Pasivos de la actualidad a los que solo he llegado para ver en quietud y decadencia. Son restos donde reposa la leyenda y se hace mudo lamento. Me asalta la falsa creencia de que se pudo hacer algo y al momento, desisto de dar la palabra a emociones contradictorias; presento mis respetos a los espíritus que creo siguen habitando en estas ruinas sin querer saber de sus secretos.
Me voy por donde he venido en tono intimista, melancólico y los ojos más vidriosos.
Me voy por donde he venido en tono intimista, melancólico y los ojos más vidriosos.