Villanueva del Monte
Lavaderos y lavanderas, lugares y oficios, que fueron desapareciendo al tiempo que por la puerta del hogar entró el agua corriente y la lavadora. Hacer "la colada" era en épocas pasadas un ceremonial doméstico asignado a las mujeres, que varios días al mes, las obligaba a salir temprano de casa cargadas de barreños y baldes conteniendo kilos de prendas de vestir y ropa de hogar, camino del lavadero común, de la orilla del río, del arroyo, de la fuente...donde el agua corría libre en las cuatro estaciones del año. La limpieza a mano del textil, precisaba únicamente, sacrificio, fuerza física y resistencia de espalda, rodillas y brazos. El agua, la pericia y las pastillas de jabón hechas en casa con sosa y grasa, hacían el resto; si una mancha se resistía o se antojaba un plus de blancura, el remedio pasaba por tender la ropa a la solana. Estas tareas, que cuando nos las cuentan se rodean de buena convivencia y cancionero, no tenían nada de encanto y sí mucho de sacrificio. Se pasaban de madres a hijas los puestos en el lavadero y la limpieza del textil de la familia, era cosa penosa, trabajosa, fatigosa... y una docena de "osas" más. Las bravas mujeres rurales, que se lo tomaban como tarea obligada que les era propia, pasan de puntillas por estos adjetivos y se explayan en anécdotas y buenos recuerdos: hacer la colada, entretenía, ponía al día de la actualidad, se permitía el cotilleo, el canto y otras zarandajas, que diría un amigo. Remojar, frotar, frotar, frotar, aclarar y tender, labores que algunas mujeres ejercían como oficio (lavanderas) además de la limpieza de su ropa se ocupaban de la de otros.
Algunos lavaderos palentinos conservados.
Bárcena de Campos
Lastrilla
Perazancas
Dehesa de los Romanos
Verdeña
Villarrobejo